19 febrero 2009

Bestiario (El metro)


EL GÜEBÓN
A todos nos ha pasado en alguna ocasión, los que no tengáis metro en vuestra ciudad podréis adaptarlo fácilmente a cualquier otro medio de transporte, que tras varias estaciones de metro de pie, por fin véis un sitio libre. Cuando esto ocurre no se puede dudar; una milésima de segundo puede resultar decisiva. Así que te encuentras sentado antes de ser consciente de haber ordenado moverse a tus piernas (sé que hasta que lo experimentas resulta increíble pero con un poco de práctica consigues hacerlo). Y no tardas ni medio segundo en arrepentirte. La actuación es tan veloz que no puedes atender todas las variables que se te plantean, así que fijarte en la persona junto a la que vas a sentarte es casi imposible. En esta ocasión me he sentado junto al güebón. No quiero ofender. No utilizo esta expresión para referirme a la bestia de hoy con ningún ánimo peyorativo. Pero es que no se me ocurre otro motivo que lo haga tener las piernas tan abiertas cuando está sentado. Las tiene formando un ángulo de entre cien y ciento veinte grados. Al principio tiendes a pensar en que lo hace por fastidiar. Pero no. No es eso. Por fuerza debe de ser por el descomunal tamaño de sus gónadas, de sus testítulos, de sus güebos en definitiva. El güebón es, casi siempre, un hombre de considerable tamaño, aunque no necesariamente, y casi siempre catalán, al menos en la zona metropolitana de Barcelona. Su postura te fuerza a sentarte como lo hacían las mujeres hace años en las motos, obligadas por aquellas faldas de tubo. Digamos que el güebón es nuestra falda de tubo del siglo XXI. Pero cuando comienzas a habituarte al escorzo que te fuerza el güebón entonces va y se cruza de brazos y todo lo que para él se convierte en comodidad a ti se te torna infierno. No entraré en la poco probable pero posible circunstancia de que el güebón lleve consigo un ejemplar de El País que se empeñe en desdoblar en toda su grandiosidad. Porque en ese caso me levanto del asiento y, para no demostrar incomodidad, que para algo uno fue a colegio de curas, me bajo esté donde esté y cojo el siguiente convoy que pase por la estación. Intentaré no volver a coincidir con un güebón al lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog forma parte de la ABLACC (Asociación de Blogs Literarios que Aceptan Crítica Constructiva). Así que despáchate a gusto, pero explícame tus razones.

Comparte