30 marzo 2011

¿Dónde están los enanitos?

Bajo las escaleras de dos en dos, me he vuelto a dormir, y me cuelo en el vagón sobre el pitido, por la grieta menguante de las puertas que se cierran. Encuentro un sitio libre, en el  metro a las ocho de la mañana; tal vez todo cambie por fin. Al sentarme me desinflo en un largo suspiro y lo oigo de nuevo, un día más, ¡ai hooooo!, ¡ai hooooo! Y al mismo tiempo que el metro inicia la marcha todos cantamos ¡ai hooo!, al unísono, ¡aiho aiho vamos a trabajar!, y como cada mañana me siento incómodo al principio, me siento ridículo, pero sólo al principio porque la alegría nos la vamos pasando, no parecemos alegres y sin embargo nos contagiamos hasta que cantamos con entusiasmo, ¡ai hooo!, convencidos, ¡ai hooo!, mientras el metro avanza hacia las entrañas de la Tierra, ¡vamos a trabajar!, y los túneles, convertidos en galerías de una mina, se inundan de esta música absurda hasta llegar a la profundidad de nuestro destino y detenernos para bajar del convoy en fila, caminamos pico en mano, pala al hombro, otros arrastran carretillas y comenzamos a extraer minerales, piedras preciosas u horrendas, tanto da porque la escasa luz de los farolillos apenas nos permite distinguir nuestros rostros tiznados donde los blancos de los ojos refulgen, igualan las razas diferentes y los cánticos que no cesan, el ¡ai hooo! que se oye con fuerza, rebota por las galerías y nos anima a seguir adelante una hora y otra hasta que el sudor amenaza con sustituir a la carne y convertirnos en fluidos inútiles y entonces cambia la letra, que no la melodía, y nos acompaña de nuevo al vagón del metro que nos espera, ¡ai hooo ai hooo!, para devolvernos a la superficie, ¡a casa a descansar!, y a la vuelta cantamos bajito, en susurros, tan justos vamos de fuerzas. De regreso en la estación, ¡ai hooo ai hooo!, las escaleras mecánicas averiadas, ¡a casa a descansar!, y ahora subimos de una en una que es para lo que quedan fuerzas y llegar a casa destrozado, pero con ese punto de esperanza y entrar, como cada noche, en nuestra habitación de respiraciones profundas y olores espesos para encontrarla dormida, desde hace meses, y rozar sus labios con los míos.

28 marzo 2011

Fallo de los II Premios Revista de Letras

El sábado pasado tuvo lugar la entrega de los II Premios Revista de Letras en la librería Bertrand de Barcelona. Fue una ceremonia sencilla y agradable que duró bastante menos de las siete horas con que nos amenazó José A. Muñoz, director de RdL, en la presentación inicial. 
No faltó ninguno de los ingredientes de una entrega de premios que se precie, desde la emoción de Luciana, contagiosa, al recibir su premio, hasta las lúcidas reflexiones de Javier Celaya, premio especial de Divulgación, y un generoso pica-pica bien regado con vino y cava para brindar por la edición que se nos iba y dar la bienvenida a la del próximo año, ya confirmada por los organizadores.
Poco que decir me queda más que agradecer a Revista de Letras haberme permitido participar de forma activa en esta fiesta de las letras digitales y dar mi más sincera enhorabuena a los ganadores, en especial a Luciana Salvador, ganadora en la categoría en que yo estaba nominado, con su blog Bosque de luciérnagas que os recomiendo visitar si aún no lo habéis hecho.
Quiero agradecer también su presencia a Pedro Herrero, Carmen, David Figueroa, Antonia, Conrado y Sergi Bellver que se acercó a saludarme con enorme amabilidad. Entre todos hicistéis que la tarde fuera especial.
Y claro, a Ane, que consiguió superar los días previos sin tirarme por la ventana, cosa que, sin duda, merecí en más de una ocasión.
Ahora, si me lo permitís, me retiro a un rincón a llorar un poco, pero sólo un poco. 


Pinchad en el título del post, os llevará a los resultados publicados en La Vanguardia digital.

24 marzo 2011

Complementarios

A mi mujer no le gusta que le fastidie sus estrategias y yo la amo tanto que me desvivo por darle gusto. Así que salgo a dar un paseo, como me pide,  y cuando regreso me encuentro la cena preparada. Le sigo el juego, me siento a la mesa, y ella trae servidas dos cremas de marisco. No está muy buena, pero sonrío. El solomillo a la pimienta sabe raro, pero al menos está poco hecho, como a mí me gusta. Ni menciono la somnolencia que comienzo a sentir cuando alzo la copa para brindar. Lo último que deseo es estropearle la sorpresa.

14 marzo 2011

Insomnio

Madrugo. ¿Por qué? Qué más da.
Debo esperar, sin embargo, a que el sol ascienda en el horizonte, necesito las corrientes de aire caliente para poder alzar el vuelo.
Con las alas desplegadas, planeo hasta las montañas del Cáucaso, hasta la plataforma que como un balcón con vistas, asoma en una pared vertical. Y me poso.
Mi torpeza en el suelo lo despierta e inclino la cabeza varias veces, a modo de saludo, como cada mañana. Él, al intentar moverse, hace tintinear la cadena que lo mantiene amarrado a una roca. Me mira con más repugnancia que temor; eso duele. Su piel se muestra blanca, como un lienzo sin estrenar, no queda rastro por ningún lado de lo que ocurrió el día anterior. 
Lanzo el primer picotazo. Le arranco un buen pedazo de carne del costado y todo se tiñe de rojo. Él aprieta los labios, los ojos, y sólo un gemido se le escapa. No me importa su dolor.  Lo único que me preocupa es devorarle el hígado cada día. Y meto la cabeza en su herida hasta que me lo como entero, picotazo a picotazo, sin dejar nada, sin pasión ni crueldad.
Acabo antes que el día, necesito el sol para poder volar. También él necesita la noche, porque durante el sueño  el hígado volverá a crecerle, deshará mi trabajo para que pueda volver a empezarlo al día siguiente. Regreso.
Por la mañana madrugo. ¿Por qué? No deberías hacer preguntas cuya respuesta prefieres ignorar. Madrugo. Qué más da. 

08 marzo 2011

Grietas

La editorial “Las puertas del hacedor” acaba de publicar “Grietas”, una plaquette que incluye nueve microrrelatos de mi serie sobre viejos. Desde que hablé por primera vez con Norberto Luis Romero sobre la posibilidad de reunir una serie de micros con un tema común, el proyecto me ilusionó mucho y lo he esperado con impaciencia. Por fin es realidad.
Son seis ejemplares numerados y firmados por el editor y el autor. Si sentís curiosidad por las características materiales y de elaboración os remito al blog de la editorial “Las puertas del hacedor”, donde Norberto da explicaciones detalladas sobre cómo realiza sus plaquettes.

Por último, me resulta difícil encontrar palabras para agradecer a Norberto el amor con que ha tratado a mis micros. Con la plaquette en las manos pienso en la creatividad de Norberto, en su destreza y sobre todo en el enorme cariño que ha puesto en todo el proceso. Gracias.


PD. Si tuviérais interés en releer los relatos que forman "Grietas", los enlaces son los siguientes.


Esperanza
Persistencia
Grietas
El viejo-burbuja
Laurita
Futuro
El niño y la guerra
La mesilla
Visita

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